Un Tren que no es Maya y que arrasará con flora y fauna

En lo profundo

 

Uno de los proyectos emblemáticos del Gobierno de México, el Tren Maya, recién ingresó a evaluación de impacto ambiental. Primero se hizo una consulta tendinosa, después se asignó el presupuesto, luego el presidente dio el banderazo para iniciar la obras, y ya por último, para no dejar, se presentó la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA).

Los estudios de “preinversión” y rentabilidad, todavía no llegan. Todo al revés, pero con un resultado inercialmente predecible.

Fonatur sólo está presentando la evaluación de impacto ambiental de 631 kilómetros de los mil 525 kilómetros de vías del total del proyecto, un tramo que comprende de Yucatán a Chiapas. Esto es como construir un fraccionamiento y evaluar individualmente el impacto de cada manzana. Con ello es claro que la evaluación será de forma fragmentada y parcial,  por lo que no se estudia todo el impacto en su conjunto, de todo el sistema ambiental regional de la Península de Yucatán. 

Toda la infraestructura del tren pasará por más de tres mil sitios arqueológicos, cientos de cenotes, 23 áreas naturales protegidas, siete regiones terrestres prioritarias, 11 regiones hidrológicas prioritarias y 10 áreas de importancia para la conservación de las aves. 

El 16 de diciembre de 2018, Andrés Manuel López Obrador declaró en Palenque, Chiapas que el Tren Maya "no tirará un solo árbol".

"Con la construcción del Tren Maya, no se va a tirar un sólo árbol sino al contrario, serán sembradas un millón de hectáreas de árboles frutales y maderables para así cuidar el medio ambiente", aseguró.

La MIA establece que sólo en esta primera fase la superficie total con vegetación de importancia forestal, que será removida por el cambio de uso de suelo es de 606.04 hectáreas, donde hasta hoy existen 11 mil 94 ejemplares de flora, entre ellas, cinco especies protegidas por la legislación mexicana.

Entre la gran biodiversidad de especies de fauna en riesgo que se verán afectadas por el Tren Maya, según reconoce el propio Fonatur, son: yaguarundí, el grisón, gecko yucateco, cocodrilo de pantano, varias variedades de iguanas, loro mejillas amarillas, la cigüeña americana, salamandra, el pez sardinita yucateca, y en peligro de extinción el loro cabeza amarilla, el mono aullador, el ocelote, el tigrillo  y el jaguar, especie del que quedan únicamente mil 600 ejemplares adultos, según el Grupo de Expertos en Conservación y Manejo de Felinos Silvestres de México.

Pero ¿Qué tiene que ver el jaguar con el Tren Maya? Mucho. La mayor amenaza para los grandes felinos es la fragmentación del hábitat, y este depredador tope de la cadena alimenticia tiene una amplia capacidad de desplazamiento a través de diversos ambientes. 

Así la conectividad del ecosistema se puede perder por un tren que atraviesa a 160 kilómetros por hora y fragmenta el hábitat del jaguar. Y las más afectadas serían las hembras, ya que éstas generalmente habitan en el interior de la selva, mientras que los machos salen y entran de estas zonas, en consecuencia, la fragmentación del paisaje ejerce mayores restricciones en la conectividad del hábitat para hembras, y en su capacidad de dispersión en comparación con los machos, pues prefieren hábitats sin carreteras y sin poblaciones.

Estudios realizados en la Reserva de la Biosfera Calakmul indican que los machos necesitan al menos de 60 a 65 kilómetros cuadrados, y ¡Tienen una movilidad anual de hasta de mil kilómetros cuadrados!, lo que indica que hay un ejemplar por cada 15 a 30 kilómetros cuadrados, es decir, requieren de amplios territorios, situación que los hace especialmente susceptibles a las modificaciones de su hábitat. 

Para solventar este problema, Fonatur propone construir 40 corredores biológicos de 15 metros de ancho, esto es, como un puente peatonal que cruce las vías del tren, aunque hay estudios en Campeche que demuestran que los jaguares utilizan corredores en su medio natural de al menos 200 metros de ancho, equivalentes a dos canchas de futbol, por lo que no se trata de un simple puente. Con todo y corredores angostos, la fragmentación inducida por las vías reduce la disponibilidad del hábitat y aumenta el aislamiento, lo que puede potencialmente reflejarse en disminuciones importantes para la población del jaguar, y peor aún, ya que no sólo se trata de las vías, sino que con las estaciones se incrementarán los asentamientos humanos, ejerciendo más presión para el hábitat del jaguar.

La península de Yucatán es un Hotspot de jaguar en la región de Mesoamérica. El jaguar es sólo un ejemplo de muchas más especies de flora y fauna que se verán afectadas con el Tren Maya. A penas se dan a conocer los impactos ambientales pero la decisión ya está tomada. Todo indica que la evaluación de impacto ambiental será solo un trámite. Únicamente falta esperar que dentro de este procedimiento se de una verdadera reunión y consulta pública adecuadas, y que las opiniones de la sociedad sean realmente tomadas en cuenta.

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aolivera@biologicaldiversity.org

  • Este contenido representa la opinión del autor y no necesariamente la de Algo que Informar 

Tren Maya

 

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