La Secretaria de Gobernación se quedó sin armas para negociar con la CNTE, una vez que el tema de la Reforma Educativa dejó de estar en la cancha de la política interior del país y quedó en la del poder legislativo.
No hay con qué negociar el retiro de los bloqueos en Oaxaca y Chiapas y la presión ésta subiendo en el antiguo Palacio de Covián, convertido una vez más en escenario de una de las tantas e interminables mesas de diálogo con la disidencia magisterial desde hace poco más de 10 años.
Como eterna es la crisis que mantiene hundida a Oaxaca, una de las economías de México con menor crecimiento, con un nivel educativo bastante cuestionable, pero sobre todo rehén de los grupos de pandilleros que se escudan tras las siglas de la CNTE.
La Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, en todo la República, pero principalmente en Oaxaca, opera como célula del crimen organizado, en cuanto cae una de sus cabezas llega otra para disputar la plaza y seguir adelante con el negocio, generando violencia, secuestrando, sembrando terror.
En los últimos 10 años han pasado por el complejo de Bucareli, siete secretarios de estado, siete responsables de la política interior del país y no ha habido uno que no haya enfrentado a la CNTE, antes, durante y después de la Reforma Educativa y de la misma Elba Esther Gordillo, la CNTE ha sido tema pendiente en Gobernación.
Al igual que hace 10 años cuando surgió la famosa APPO, la CNTE se ha aprovechado del descontento social en Oaxaca y de otros grupos con intereses obscuros para hacer crecer su movimiento, en un momento muy importante y estratégico en el estado, la llegada de la Guelaguetza, el momento justo para presionar y sacar la mejor ventaja para negociar, y es que a diferencia de la Secretaría de Gobernación, la CNTE siempre tendrá a la Guelaguezta como moneda de cambio.
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