La Asamblea General de Naciones Unidas proclamó el 16 de septiembre como el Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono, que es un escudo de gas a 35 kilómetros de altura de la Tierra, que conserva la vida en el planeta y la protege de niveles nocivos de radiaciones ultravioleta generadas por el Sol.
La radiación ultravioleta por rayos UV, es por ejemplo, el factor de riesgo ambiental más importante para el desarrollo de cáncer de piel, ya que provoca mutaciones en las células.
Hace 35 años, en 1987 se firmó el Protocolo de Montreal, que es considerado uno de los acuerdos medioambientales de mayor éxito, que puso remedio a una de las mayores amenazas a las que se había enfrentado hasta ese momento la humanidad: el agotamiento de la capa de ozono en los polos.
En el pasado, el uso común de sustancias químicas, hidrocarburos clorados, fluorados o bromados, en la fabricación de refrigeradores, aerosoles, productos de limpieza, extintores para apagar incendios e inhaladores de dosis médicas, entre otros, afectaron la capa de ozono, poniendo en peligro la existencia de todos los seres vivos en la Tierra.
En 1974 el reconocido científico mexicano Mario Molina (1943-2020), y el estadounidense F. Sherry Rowland (1927-2012), se dieron cuenta de que los clorofluorocarbonos (CFC) eran los responsables del agotamiento de la capa de ozono, por lo que obtuvieron el Premio Nobel de Química en 1995.
De acuerdo con científicos de la NASA, el agujero en la capa de ozono alcanzó su máxima extensión en 2006 y a partir de entonces se viene regenerarse gradualmente, por lo que se estima que en 2030 podría estar totalmente recuperada en las latitudes medias y para 2070 en el hemisferio sur.
Las observaciones satelitales de la NASA , determinaron que el agujero en la capa de de ozono localizado sobre la Antártida, alcanzó un máximo de 24.8 millones de kilómetros cuadrados en 2022, aproximadamente del tamaño de América del Norte, antes de comenzar a reducirse a mediados de octubre debido a la variabilidad atmosférica que se presenta año con año y que hace que la dimensión fluctúe de forma regular.
Este año, el mayor impacto para la capa de ozono se dio con la erupción del volcán submarino Hunga Tonga, el 15 de enero, el de mayor impacto en 140 años, y que generó una onda expansiva que dio seis vueltas a la Tierra y envió una columna de ceniza, vapor y aerosoles a 50 kilómetros de altura en la atmósfera.
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