Cuando se trata de salvar al planeta, una ballena azul, gris o jorobada brinda servicios ambientales equiparables a los de un bosque con miles de árboles, de acuerdo a lo publicado por un grupo de académicos y economistas del Fondo Monetario Internacional (FMI), que destacan el rol de estos gigantes del mar en la lucha contra el cambio climático.
El artículo que apareció en la revista “Finanzas y Desarrollo” del organismo internacional, subraya que el potencial de captura de carbono de las ballenas es realmente sorprendente.
Las ballenas acumulan dióxido de carbono (CO2) en sus cuerpos durante su larga vida que puede llegar hasta los 200 años y cuando mueren y se hunden hasta el fondo del océano, secuestran 33 toneladas de CO2 cada una, retirando este gas de efecto invernadero de la atmósfera durante siglos.
En contraste, un árbol absorbe un máximo de 22 kilogramos de CO2 al año, destaca el reporte del equipo liderado por el director adjunto del FMI, Ralph Chami.
De acuerdo con las estimaciones, el valor de una gran ballena promedio es de dos millones de dólares, considerando su contribución al combate al cambio climático, no únicamente por la captura de carbono sino por su aporte a la vida saludable de los mares.
La investigación que contó con la colaboración de la Great Whale Conservancy, organización dedicada a la conservación de las ballenas, estima que hay alrededor de 1.3 millones de ejemplares en los océanos, una cuarta parte de las que existían antes del auge de la caza de ballenas.
Las poblaciones de algunas especies en particular, como la ballena azul, se han reducido hasta el 3 por ciento.
Los autores del informe proponen crear mecanismos financieros para promover su reproducción, como subsidios o compensaciones con el fin de ayudar a quienes tengan costos significativos por la protección de las ballenas, como podrían ser las compañías navieras que cambiaran sus rutas para reducir el riesgo de colisiones.
(Ernesto Méndez)
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